De brujas y playa, de magia y arena, de tu ropa descuidada y de olas que te marcan el futuro de un nuevo amor.
De verano y sandalias, de sujes y pelotas, de sueños al calor de la piel protegida por el nivea de tus grandes ojos ilusionados.
De verdad que el calor del estío convierte a tu lago en un oasis con forma de piscina con más misterio que Ness.
En serio que el día copula con la noche, y dos copas se estremecen de sonido en el medio de un bar de misterio y complicidad.
San Juan sabe a trébole y meiga, a ansiosos y soñadores, a ritual juvenil de magia y birras, de risas y excursión en metro, de mediterraneidad e ingenio, de creernos nuestras propias trolas en medio de la sacra palabra fiesta, y que nos socializa al lado de los aries, capricornios o virgos.
La hoguera brilla como un imán amarillo en el espejismo de un fondo azul que huele a brisa del mar. San Juan es renovarse y cortarse el pelo, y tirar los recuerdos viejos a la basura impositiva, y que al día siguiente aunque no haya pasado milagro alguno, pueda parecerlo.
-PATA DE CABRA-